martes, 11 de marzo de 2014

Secesión a la no democracia.

Un país que debe su brillantez a la unión de su Norte  y su Sur territorial, costando dicha unión millones de vidas y cuantiosos valores materiales, para terminar entrañando los mejores derechos civiles del mundo, a través de un resoluto culto al progreso con libertad y justicia: Estados Unidos de Norteamérica, siempre debe estar presente en todos los corazones de los americanos: desde hace numerosos  años ha sido el refugio de millones de maltratados del mundo, muchos de ellos al igual que los esclavos sureños (antes de la unión) que caminaban en las noches hacia el Norte guiados por la estrella polar,  ejemplo de esto:  son los empobrecidos haitianos en embarcaciones atiborradas, los reconcentrados cubanos escapando en suicidas balsas, y de todos los países de América Central y de América del Sur, cruzando la legendaria  muralla de la frontera con México. Pero este tesoro de país no siempre fue así, antes de la guerra de secesión, era como un croquis del mundo actual dividido en Norte y Sur, un norte rico, industrial, democrático, desarrollador. En cambio, el Sur era esclavista, injusto, subdesarrollante, su divisa eran el látigo y los grillos. Esta penosa guerra entre hermanos hizo ver cuán inseparable es la crueldad de la esclavitud y cuan fundamentalmente irreconciliables son las sociedades libres a las esclavistas. Pero también hizo ver la figura de Roberto E. Lee, el mayor de los caudillos del Sur, quien fue brillante en la victoria y en la derrota, en la guerra y en la paz. Después de concluida la guerra aconsejo a sus compatriotas, fomentando la unión fraternal entre Norte y Sur, ayudando a establecer las medidas democratizadoras. Trabajó incansablemente en la restauración, económica, cultural y política del Sur. Roberto E. Lee aunque perdió la guerra fue pieza clave en la unificación de los Estados Unidos modernos, con su actitud posterior. El cual puede perfectamente servir de ejemplo a muchos presidentes de países americanos, que fomentan políticas no democráticas, fragmentadoras y de rechazo a Estados Unidos, cuando todas las naciones americanas deben unirse en un todo real, contundente… Y desde esa unidad familiar- fraternal ir dando solución a los diferentes intereses. Para esto hay estados que deben aprender a tolerar y a no envidiar la belleza social del Norte, su espíritu, interrelacionándose como valederos cercanos, uniéndose todas las naciones americanas desde Canadá hasta Chile, bajo las imprescindibles reglas de la democracia.

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